Por: Karla Robles
Son diversos los encuentros y las expresiones de amor que se experimentan en un viaje en bicicleta; en pareja o con una persona especial, con amigas/es, y viajando en solitario. Cada uno de estos encuentros tendrán sus retos, dificultades y formas distintas de vivirlos, aunado a la forma tan particular como lo es mediante la bicicleta.
Con esta reflexión no pretendo romantizar el “amor”, ni tampoco que sea una guía para experimentar el amor durante un viaje en bici, mucho dependerá de cada persona o personas involucradas. Más bien, pretendo que sea una declaración de las experiencias que he vivido y que he podido observar y experimentar en mis viajes.
Hacer un viaje en bicicleta con otras personas es complicado, sobretodo porque cada persona tiene métodos distintos de vivir una aventura, y también distintas expectativas del viaje. En un viaje en bicicleta puedes darte cuenta si existe o no una conexión con otra persona y si quieres seguir haciendo viajes con elles, puede ser perfecto como una prueba de compatibilidad entre dos o más personas estando fuera de su zona de confort yendo mas allá de una convivencia regular y puede ser una oportunidad perfecta para reconciliarse con una misma si se esta atravesando momentos emocionalmente difíciles.
Expresiones de amor en pareja.
Si bien, viajar en bicicleta en pareja es de las formas más bonitas en las que he experimentado el amor, también ha sido de los más grandes retos. Disfrutar de una actividad en común con tu pareja es muy gratificante, y lo es más cuando se tienen intereses y formas de ver la vida social, cultural, histórica y política en común, aunque todo esto conlleva mucha comunicación, empatía, amor propio, apoyo mutuo y división de labores que en muchos casos pueden llevar a momentos no tan gratos.
Desde 2019, Daniel y yo elegimos estar juntos viajando en nuestras bicicletas, elegir esta forma de vida no ha sido fácil pero sí ha sido todo un proceso amoroso; algo usual que le platico a mis amistades es que nuestra relación es poco común, mientras las parejas conviven durante lapsos del día por distintas actividades de ambos, Daniel y yo convivimos 24/7 en nuestras bicicletas y ha sido así casi desde el momento en el que nos conocimos. Esta forma de vivir en pareja ha sido una forma de reafirmar mi sentir por la persona con la que puedo convivir tanto y disfrutar tanto siendo tan cercanos, pero también ha sido un trabajo de ambos para llegar al punto en el que hoy nos encontramos.
De las cosas que hay que tomar en cuenta de viajar en bici en pareja es que se tendrán distintos niveles de entrenamiento o preparación física y mental; mientras Daniel es más rápido y fuerte, yo puedo manejar mejor las frustraciones que se presentan durante el viaje y eso ha ayudado a no estar los dos maldiciendo cuando algo no sale como lo planeamos, esta es una oportunidad de encuentro físico y emocional para hacer el viaje más llevadero y funcional.
La diferencia física entre ambos hace que Dani cargue con nuestro equipo de acampar, la mayor parte de la comida, la mayor parte del agua, las herramientas y la estufa, y así intentamos aligerar mi carga y tratar de equilibrar el paso, aunque no siempre funciona, esto ha generado ansiedad y conflicto en ambos porque mientras Dani quiere llegar mas rápido a un lugar (tomando en cuenta el agua y la comida que tenemos), yo prefiero no sobre-agotarme y tomarme mi tiempo, aunque eso represente extender un periodo más largo los suministros. Esto lo hemos solucionando comunicando y conociendo nuestros limites, manteniendo un objetivo y meta en común para no generar expectativas poco reales de ambos, también ha ayudado el darnos nuestro espacio en momentos del día y encontrarnos después en algún punto, para ello, nos compramos unos radios los cuales activamos si sentimos que ha pasado demasiado tiempo sin vernos el uno al otro, este espacio lo he sentido como una buena forma de vivir momentos por separado y que los momentos juntos se vuelvan especiales y también para que ambos vayamos a nuestro ritmo sin sentir la presión del otro.
Otra de las ventajas de viajar en pareja que Dani y yo hemos experimentado ha sido el tener intereses y ver la vida muy similar, hemos podido disfrutar del amor y la compañía de otras personas que nos encontramos en el camino y poco nos ha faltado para dejarnos llevar por la ternura de familias en los ranchos que nos han invitado a quedarnos a vivir con elles. Ambos amamos la naturaleza, disfrutamos de los sonidos naturales, nos gusta tomar nuestro tiempo para tomar fotos y videos, escuchamos música en común y nos encanta dormir bajo las estrellas. Esta conectividad la hemos desarrollado con el paso de los años y ahora parece natural empacar todo exactamente como nos gusta, la división de tareas para que esto suceda ha sido un aspecto clave en la funcionalidad de la relación, al final del día colaboramos para poner la casa de campaña, ambos juntamos leñitos para iniciar la fogata y cooperamos para hacer la cena.
Expresiones de amor y amistad.
En estos años viajando juntos, hemos podido también viajar en bicicleta con amigas, amigos y amigues en pareja, cada pareja tiene distintas formas de expresar y relacionarse, de hacer cosas distintas a las que hacemos Dani y yo, tienen sus propios niveles físicos y emocionales y sus formas particulares de resolución de conflictos. Hemos viajado con parejas que se llevan muy bien entre ellos pero también hemos observado diferencias y dificultades para ponerse de acuerdo en la comida, la ruta, o decisiones que se tienen que tomar en el momento de estar viajando. Esto es muy común en todas las parejas y Dani y yo también lo hemos experimentado.
Viajar con amigas-os genera una dinámica distinta que a veces se torna dificultosa porque no existe la misma confianza o comunicación de cuando se viaja a solas o con tu pareja y es difícil resolver situaciones rápidas, pero eso no impide encontrar muchos espacios de comprensión, empatía y apoyo mutuo. Cuando se viaja entre grupos grandes se genera mucha comprensión en la resolución de conflictos aunque tome más tiempo que cuando se viaja solo o en pareja, por ejemplo, si a alguna-o se ponchó, todas podemos ayudarnos, la dinámica de seguridad se acentúa y el cariño, las palabras amables, la porra y las risas son más grandes.
Cuando he viajado en grupos grandes principalmente de mujeres y disidencias, me ha asombrado la forma en la que todas-es cuidamos las unas de los otres, y el acuerpamiento, la solidaridad, y la ternura se ven claramente reflejadas en todas las personas que asistimos. En estos grupos los niveles físicos y emocionales de cada una se nivelan, todas esperamos, apoyamos y comprendemos que el fin del viaje es la convivencia a pesar de a veces ser la primera vez que nos conocemos.
Amor y familia.
Cuando hemos viajado en nuestras bicicletas también hemos podido observar el amor y el vínculo tan fuerte que hemos tenido con algunas personas que conocemos en el camino, es tanto que los consideramos parte de nuestra familia y a las que visitamos frecuentemente a partir de conocerlas en algún viaje. En 2018, Dani y un muy buen amigo viajaban por una ruta en Estados Unidos, Dani llegó primero a una gasolinera para tomar un refresco y esperar a nuestro amigo que venía un poco detrás de él, en ese momento Terry se le acercó para preguntarle de donde venía y si tenía un lugar para dormir esa noche, a lo que Dani contesto que no, entonces Terry les ofreció acampar en el patio de su casa, el año siguiente Dani me llevó a conocer a Terry y Carolee (su esposa) y no ha pasado un año desde entonces que no los visitamos una o dos veces, son para nosotros nuestra familia del camino. De la misma forma hemos conocido a Mari y Ana, y a Don Tino y Doña Queta con quienes después de años seguimos manteniendo su contacto y a quienes anhelamos volver a visitar. Otro cariño lo hemos percibido de personas que nos han abierto las puertas de su hogar, nos han compartido de su comida y sus maravillosas historias y de alguna u otra forma nos han ayudado a seguir con nuestro viaje.
Amor a una misma.
Por último y como eje central de esta reflexión, el viajar en bicicleta me ha hecho ser más consiente de la capacidad de amor y empatía que tengo en mí misma y lo que doy a las personas a mi alrededor. Durante el viaje, es común llevarme por caminos emocionales no gratos al cuestionar mi capacidad física, mis decisiones de vida, y todas mis inseguridades brotan de inmediato mientras pedaleo, pero en estos años he aprendido a manejar mejor mis emociones, a hablarme con gentileza, respetar mis procesos, mis condiciones y reafirmar mi determinación al elegir este modo de vida.
El amor a una misma definitivamente es una práctica que sigo aprendiendo y desarrollando en mi cotidianidad y sobretodo cuando viajo en bici, el hablarme de manera positiva me permite mantenerme centrada viendo hacia atrás lo que he logrado y hacia el frente lo que quiero llegar a ser mediante mis objetivos de vida. Esta relación conmigo misma también me ha hecho crecer como persona, en pareja, y cultivar amistades durante el viaje.
En conclusión, son muchas las expresiones de amor y amistad que se experimentan durante el viaje en bici, cada una de ellas son un laberinto de emociones con capacidad de encuentros y desencuentros que nos pueden llevar al autoconocimiento, la determinación y al afecto de una con los otres; otra de las expresiones de afecto importantes y necesarias del ser humano son los cuidados de las relaciones intimas durante un viaje en bicicleta, pero este lo dejaré para el próximo artículo.
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Recién los encuentro y llevo más de la hora navegando sus aventuras. Qué gran poder descriptivo y armonioso tienen sus redacciones. Sus fotos ni se diga.
Por aquí andaré acompañando sus blogs y aventuras, deseando algún día rodar juntos.
Cuando anden por BCS y el pueblito de El Pescadero esté en su trayectoria no duden llegar a Baja Serena, ¡los recibiremos con cariño!